sábado, 23 de marzo de 2019

Oumuamua



Las incógnitas astronómicas que se explican con extraterrestres
Oumuamua, el primer objeto interestelar descubierto mientras visitaba el sistema solar, no es la única novedad que se relaciona con alienígenas inteligentes



El 19 de octubre de 2017, astrónomos trabajando con un telescopio instalado en la isla hawaiiana de Maui detectaron un objeto atravesando el sistema solar a toda velocidad. Poco después, científicos del Centro de Planetas Menores de la NASA, una institución dedicada a la vigilancia de cometas y asteroides, confirmaban que se trataba del primer objeto interestelar detectado desde nuestro planeta. Oumuamua, un pepino de 800 metros de largo y 80 de ancho, provocó una respuesta que ya se había dado antes ante nuevos descubrimientos científicos.

En 1967, cuando Jocelyn Bell observó una señal de radio proveniente del espacio que no coincidía con ningún objeto conocido, algunos pensaron que se trataba de mensajes enviados hasta la Tierra por una civilización alienígena. Observaciones posteriores desvelaron que la fuente de aquellos pulsos regulares de apariencia artificial era una estrella de neutrones, el cadáver ultradenso de una estrella. Más recientemente, en 2015, el telescopio Kepler detectó un extraño oscurecimiento en torno a la estrella KIC 8462852, otro sol de nuestra Vía Láctea a 1.480 años luz de distancia. Jason Wright, un astrónomo de la Universidad Penn State (EE UU), planteó entonces que aquellas observaciones podían tener su explicación en una megainfraestructura creada por una civilización más avanzada que la humana para aprovechar la energía de la estrella. Un análisis posterior descartó este tipo de construcción y consideró más plausible que las distorsiones fuesen causadas por el choque de dos cometas o por algún tipo de convulsión interna del astro.





Las señales que llevaron al descubrimiento de la primera estrella de neutrones se relacionaron con extraterrestres

La forma de Oumuamua recordaba a la inmensa nave extraterrestre que protagoniza Cita con Rama, de Arthur C. Clarke. Aquel cilindro hueco, procedente del espacio interestelar, llegaba a nuestro vecindario, pero ignoraba la Tierra y a sus habitantes para seguir su camino. Algunos pensaron que el nuevo visitante podía ser una máquina similar y varios telescopios se orientaron hacia él en busca de indicios de tecnología. No los encontraron, pero eso no impidió que en noviembre del año pasado, dos astrónomos de Harvard publicasen un artículo en The Astrophysical Journal Letters, en el que planteaban que el extraño comportamiento de este objeto podía explicarse si asumíamos que se trataba de una sonda enviada por una civilización extraterrestre.

La noticia ganó relevancia por el prestigio de uno de los firmantes, Avi Loeb, presidente del departamento de astronomía de la Universidad de Harvard y convencido de que lo más probable es que no seamos los únicos seres inteligentes del cosmos. “Al menos una cuarta parte de las estrellas de la Vía Láctea tienen un planeta como la Tierra, con condiciones superficiales muy similares y una química que permitiría el desarrollo de la vida como la conocemos. Si tiras los dados las veces suficientes y hay decenas de miles de millones de estrellas en la Vía Láctea…”, decía en una entrevista con The New Yorker. En su opinión, anomalías como la aceleración que experimentó al pasar junto al Sol o su misma existencia solo se pueden explicar si se trata de una sonda propulsada por velas solares, un tipo de dispositivo que utiliza el viento de las estrellas para impulsar naves espaciales.

Por lo que se sabe de Oumuamua, se parece más a un asteroide que a un cometa y eso cuestiona algunas de las ideas que tienen los científicos sobre cómo se forman estos objetos. Al nacer más cerca de sus estrellas y estar fuertemente ligados a ellas por la gravedad, no es fácil explicar qué tipo de fenómeno pudo darle un empujón lo bastante violento como para expulsarlo de su sistema solar. Pero como en ocasiones anteriores, es posible que nuevas observaciones permitan cambiar nuestra idea sobre la formación de estos objetos o sobre las vicisitudes que les suceden en sus viajes interestelares de millones de años para acabar teniendo una apariencia inesperada.

Loeb, que es presidente del consejo asesor de Breakthrough Starshot, una iniciativa para llevar una misión con pequeñas naves al sistema de Alfa Centauri, la estrella más cercana a la Tierra, afirma que hace énfasis en la especial naturaleza de Oumuamua porque quiere que cuando llegue el siguiente visitante interestelar estemos preparados para estudiarlo de cerca. Los expertos reconocen que revelar la naturaleza de este extraño cuerpo sin ambigüedades requeriría observarlo de cerca, pero dada su velocidad y lo inesperado de su aparición no es posible lanzar un satélite a la velocidad necesaria para alcanzarlo. Marco Micheli, autor de un trabajo que describía a Oumuamua como un cometa peculiar, considera que habría que tener un artefacto listo para ser lanzado poco después de descubrir el próximo objeto proveniente de fuera del sistema solar. Hasta entonces, con la información que tenemos, seguimos sin saber si hay otros seres inteligentes en el universo.

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