Los estigmas (del latín stigma, y este a su vez del griego στίγμα) son señales o marcas que aparecen en el cuerpo de algunas personas, casi siempre devotas cristianas. Estas heridas son similares a las heridas infligidas sobre Jesús durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional; así, muchos estigmatizados suelen tener marcas en las palmas de las manos, y no en el antebrazo, punto donde se clavaban los clavos a los crucificados.
Las diversas confesiones cristianas consideran que pueden ser de origen sobrenatural, bien un don de Dios o una intervención diabólica, o causadas por el mismo sujeto que las porta, ya sea intencionalmente o por razones de origen psicosomático (la persona en cuestión es tan religiosa que su cuerpo espontáneamente desarrolla heridas parecidas a los estigmas, como reacción a sus procesos mentales).
La Iglesia Católica, cuando los considera auténticos y don divino, afirma que son participación de los sufrimientos de Cristo. Reconoce unos doscientos cincuenta casos de santos y beatos que han portado estigmas; estos pueden ser visibles o no, sangrientos o no, permanentes o no. Los estigmas invisibles, según la Iglesia Católica, pueden producir tanto dolor como los visibles.
El tipo de heridas refleja su correspondencia con la Pasión de Jesús a través de las siguientes señales:
Heridas en manos o muñecas, semejantes a las causadas por estacas
Heridas en los pies, semejantes a las causadas por estacas
Heridas en la cabeza, semejantes a las provocadas por la corona de espinas
Heridas en la espalda, semejantes a las de látigo en la Flagelación
Herida en un costado, semejantes a las causadas por lanzas.
Casos de estigmatizaciones "verdaderas"
A lo largo de la historia se han documentado muchos casos de personas que han padecido estigmas, las cuales muestran algunas de las mismas heridas de Jesús sin razón aparente. Aunque suele considerarse a San Francisco de Asís (c. 1181-1226) como el primer estigmatizado, en realidad el primer caso en la historia es el de la Beata María de Oignies (c. 1177-1213), beguina, que por ser poco conocida ha pasado prácticamente inadvertida. También destacan otros estigmatizados como Santa Catalina de Siena, la Venerable alemana Teresa Neumann, la laica pasionista Santa Gema Galgani y el Santo capuchino Pío de Pietrelcina.
Existen hechos referidos a las llamadas "estigmatizaciones verdaderas" para los cuales no se encontró una explicación científica:
1.Mientras que las heridas comunes cicatrizan en personas sin problemas de coagulación de su sangre, las ciencias médicas no logran la curación de los estigmas mediante tratamiento alguno.
2.A diferencia de las heridas naturales de cierta duración, las de los estigmatizados no emiten olores fétidos. Hubo una sola excepción conocida: la de Santa Rita de Casia (1381-1457), quien habría recibido en su frente una herida causada por una espina arrancada de la corona de Jesús crucificado. Aunque su olor era repulsivo, la herida nunca supuró ni causó ninguna alteración mórbida de los tejidos. En cambio, al morir, el cadáver de Santa Rita emitía una intensa fragancia dulce.
3.A veces las heridas emitían aromas exquisitos, como en los casos de Juana de la Cruz, priora franciscana del convento de Toledo, y la Beata Lucía Brocadelli de Narni (1476–1544) una mística católica italiana, beatificada en 1710.
La estigmatización de San Francisco de Asís
El caso de la estigmatización de San Francisco de Asís es particularmente destacable, por la cantidad de testigos, unos pocos en vida pero en mayor número luego de su muerte, que corroboraron la veracidad del hecho. En vida, el hermano León (aquel a quien Francisco dedicara su famosa "Bendición a fray León"), fue uno de los que acompañaron a Francisco al monte Alvernia en agosto de 1224, donde el "pobre de Asís" recibió los estigmas de Cristo para luego escribir en un trozo de pergamino las llamadas Laudes Dei altissimi ("Alabanzas al Dios Altísimo"). Fray León fue el único testigo de los momentos previos a la estigmatización de San Francisco. Al final de la vida de Francisco, cuando su cuerpecillo era ya un desecho humano, el santo confió el cuidado de su persona a cuatro de los más suyos, que le merecían un amor singular. Uno de ellos fue el hermano León, permitiéndole que le tocara sus llagas cuando le cambiaba las vendas manchadas con su sangre, lo cual era para Fray León un gozoso y a la vez doloroso rito. Francisco, celoso de que nadie se percatara de sus estigmas -un privilegio del que se consideraba a sí mismo indigno-, llegó a tener con el hermano León esta delicadeza excepcional: una vez, colocó con amor su mano llagada sobre el corazón del hermano León; y éste, respirando admiración y estupor, prorrumpió en entrecortados sollozos.
Estigma (milagro)
Los estigmas (del latín stigma, y este a su vez del griego στίγμα) son señales o marcas que aparecen en el cuerpo de algunas personas, casi siempre devotas cristianas. Estas heridas son similares a las heridas infligidas sobre Jesús durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional; así, muchos estigmatizados suelen tener marcas en las palmas de las manos, y no en el antebrazo, punto donde se clavaban los clavos a los crucificados.
Las diversas confesiones cristianas consideran que pueden ser de origen sobrenatural, bien un don de Dios o una intervención diabólica, o causadas por el mismo sujeto que las porta, ya sea intencionalmente o por razones de origen psicosomático (la persona en cuestión es tan religiosa que su cuerpo espontáneamente desarrolla heridas parecidas a los estigmas, como reacción a sus procesos mentales).
La Iglesia Católica, cuando los considera auténticos y don divino, afirma que son participación de los sufrimientos de Cristo. Reconoce unos doscientos cincuenta casos de santos y beatos que han portado estigmas; estos pueden ser visibles o no, sangrientos o no, permanentes o no. Los estigmas invisibles, según la Iglesia Católica, pueden producir tanto dolor como los visibles.
El tipo de heridas refleja su correspondencia con la Pasión de Jesús a través de las siguientes señales:
Santo Padre Pío de Pietrelcina |
Los santos estigmatizados
Son aquellos santos que participaron en la tierra de las llagas de Cristo ( en sus manos, en sus pies, herida del costado y a veces en la frente).
Estas heridas ( o llagas) son recibidas en algún momento de su vida y permanecen abiertas, frescas y sangrantes, a veces por mucho tiempo y otras temporalmente. Es una experiencia de compartir la cruz de Nuestro Señor. El padre Pío escribió: "Sufro, sufro mucho pero no deseo para nada que mi cruz sea aliviada, porque sufrir con Jesús es muy agradable".
Pero para declararlos santos, no se tuvo en cuenta este don de Dios, sino las virtudes que ejercieron en su vida en grado heroico.
Son santos por las virtudes y no por los estigmas, si bien esto llamó la atención de sus contemporáneos.
San Francisco de Asís |
San Francisco de Asís
Santa Gema Galgani
Santa Verónica Giuliani
Santa Rita (en la frente)
Santa Catalina de Siena (estigmatización interior).
Giorgio Bongiovanni es un místico aparentemente estigmatizado, activista social contra la Mafia, fundador de la revista Antimafia Duemila y supuesto contactado mental con Extraterrestres, es de origen italiano.
Alumno de Eugenio Siragusa desde los 13 años[1], Bongiovanni se declara seguidor y continuador de sus enseñanzas. Las creencias de Bongionvanni están comprendidas dentro del New Age, aunque siguen una orientación cristiana. Formalmente Bongiovanni no ha fundado una secta platillista, pero sí dirige la fundación cultural Un Punto En El Infinito que difunde la inminencia del Apocalipsis, el retorno de Cristo; junto con el descenso de los extraterrestres y el Milenarismo
Niñez Y Juventud
Giorgio Bongiovanni nace en Floridia, Sicilia, región de Italia, el 5 de septiembre de 1963, su padre se llamaba Carmelo y su madre Giovanna.
A los 13 años conoce a Siragusa, quien pasa a ser su Padre Espiritual según afirma Bongiovanni. Desde ese momento fue educado en los mensajes cósmicos de seres extraterrestres que vigilan la evolución de la humanidad desde sus inicios.
Con los años va desarrollando su espiritualidad.
Madurez Y Encuentro Con La Virgen de Fátima
Bongiovanni llega a publicar un periódico, titulado Nonsiamosoli, por el cual difunde las enseñanzas de Siragusa y de los seres cósmicos. Se traslada a Porto S. Elpidio, donde llega a casarse y a tener un hijo, iniciando una pequeña empresa productora de calzados.
El día 5 de abril de 1989, al mediodía, Giorgio sale de su trabajo para ir a almorzar y divisa al lado de su auto a una señora que parece que lo está esperando. Lo golpea la luminosidad que proviene de este Ser, porque el sol primaveral está alto en el cielo. Acercándose, se da cuenta que la Señora vestida de blanco está suspendida sobre la tierra. Lo saluda, le dice que se llama Myriam y lo invita a prepararse para encuentros sucesivos. Emocionado, regresa a su casa y comenta el hecho a su esposa, luego telefonea a Siragusa; pidiendo explicaciones; este lo tranquiliza expresándole que tuvo un encuentro con la Virgen María Posteriormente se dieron más encuentros, hasta que la Virgen de Fátima le solicita que viaje hasta Fátima, en Portugal, en ese lugar Giorgio recibiría un mensaje para toda la humanidad.
El 2 de septiembre de ese mismo año, Giorgio, acompañado de dos amigos españoles, estaba de rodillas bajo la gran encina que domina la plaza del santuario de Fátima. Había llevado de regalo rosas rojas y aguardaba recogido en oración. Como se lo había prometido, la Madre Celeste lo llama y Giorgio cae en éxtasis, ve al sublime Ser que le pregunta si está dispuesto a portar parte del sufrimiento de su Hijo. Giorgio acepta el ofrecimiento de la Virgen y ve salir de su pecho, adornado con una rosa blanca, dos rayos de luz que van a golpearlo en las palmas de sus manos. Giorgio cae hacia atrás. Los amigos acuden en su ayuda y ven formarse sobre el dorso de sus manos una especie de hinchazón que poco a poco se va lacerando, como si un clavo empujase de abajo hacia arriba, para abrirse en una profunda herida que traspasa completamente las palmas. Los dolores son lacerantes y el trauma espiritual es profundo. Estos son los supuesto hechos relatados por Giorgio y por algunos testigos que lo acompañaron en tal acontecimiento. No faltan quienes son escépticos ante este relato.
A la vez que Giorgio recibe los estigmas, la Virgen de Fátima le transmite un mensaje para toda la humanidad, que sería el verdadero tercer secreto de Fátima, supuestamente ocultado por el Vaticano y que relataría el peligro del fin del mundo. En dicho mensaje se anuncia la inminencia de la Tercera guerra mundial y la manifestación pública de los extraterrestres, junto con el regreso de Cristo.
Cambio Profundo En Su Vida Y Desarrollo De Su Misión
Los estigmas que Giorgio empezó a tener marcaron profundamente su vida. Las copiosas sangraciones cotidianas que sufría muchas veces durante el día le resultaban muy dolorosas. Solo después de horas de terminado el sangrado Giorgio estaba en condiciones de recuperarse y continuar con sus actividades.
A pesar de sus tentativas se da cuenta de que no puede continuar trabajando y se ve obligado a vender su pequeña pero también fructífera empresa. De ahora en adelante cada uno de sus recursos espirituales, físicos, humanos y materiales (incluidos aquellos que le fueron donados o prestados) serán empleados totalmente en la misión confiada por la Virgen.
Giorgio Bongiovanni empieza a viajar a España, Argentina, Uruguay y Paraguay. En Paraguay entra en contacto con la Reina Sofía de España, la misma, el 27 de Octubre de 1990 en Madrid, lo presenta a Mijaíl Gorbachov, en ese entonces líder de la entonces existente Unión Soviética, Giorgio le pide permiso para difundir su mensaje en Rusia, lo cual fue concedido. El 2 de setiembre, ante un canal nacional ruso, Giorgio habla a más de 150 millones de televidentes.
Nuevos Estigmas
El 28 de mayo de 1992, y de nuevo en Sudamérica, en Montevideo (Uruguay), se le abre el quinto estigma, en sus costillas, en el lado izquierdo. La sangración es abundante y el manar de la sangre dibuja en el cuerpo del joven la evidente forma de un cáliz.
El 26 de Julio de 1993, durante un viaje a Aurora, en Salto, (Uruguay), se abre sobre su frente, una herida en forma de cruz: es el sexto estigma.
Una vez más el 2 de Septiembre, esta vez de 1996, Giorgio cumple 33 años y en su ciudad natal, Floridia, en la casa de su hermano Filippo, vive un nuevo milagro: Sangra como teniendo una corona de espinas y vierte lágrimas de sangre.
Algunos lo acusan de fraude, pero no se duda que es un personaje impactante en cuanto a su historia como estigmatizado del siglo xx.
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