Isla de Pascua (idioma rapanui, Rapa Nui -Rapa grande-) es una isla de Chile ubicada en la Polinesia, en medio del océano Pacífico. Tiene una superficie de 163,6 km² (lo que la convierte en la mayor de las islas del Chile insular) y una población de 3.791 habitantes, concentrados principalmente en Hanga Roa, capital y único poblado existente.
La tierra más cercana es la isla Ducie, perteneciente al territorio británico de las Pitcairn.
Administrativamente, forma junto a la deshabitada isla Sala y Gómez la comuna de Isla de Pascua que forma la provincia de Isla de Pascua, perteneciente a la V Región de Valparaíso. Sin embargo, una reforma constitucional efectuada en 2007 estableció a la isla como un "territorio especial", de manera que su gobierno y administración serán regidos por un estatuto especial, contemplado en la ley orgánica constitucional respectiva, por dictarse.
La isla es uno de los principales destinos turísticos del país debido a su belleza natural y su misteriosa cultura ancestral de la etnia rapa nui, cuyos únicos vestigios corresponden a enormes estatuas conocidas como moáis. Para preservar dichas características, el gobierno administra a través de Conaf el Parque Nacional Rapa Nui, mientras que la Unesco declaró este parque como patrimonio de la humanidad en 1995.
Historia
Ladera del Rano Raraku con una serie de moáis, estatuas creadas por los habitantes primitivos de la isla.Artículo principal: Historia de Isla de Pascua
Según la tradición oral, el pueblo rapanui habría llegado a esta isla desde una mítica isla llamada Hiva, siendo guiados por Hotu Matu'a, su primer ariki, o rey, hacia el siglo IV. De acuerdo a las investigaciones arqueológicas, el origen de esta etnia provendría de la Polinesia, posiblemente desde las islas Marquesas. Contrariamente, otros, en especial el arqueólogo noruego Thor Heyerdahl, han postulado un origen sudamericano de culturas preincaicas.
La sociedad rapanui, gobernada por el ariki, que reclamaba ascendencia directa de los dioses, estaba dividida en tribus y con clases muy estratificadas. Cada tribu ocupaba una zona, siempre con franja costera. La mayor parte de la población vivía hacia el interior, junto a las áreas de cultivo.
En el litoral establecían centros religiosos, políticos y ceremoniales (como en Anakena y Akahanga) y adoraban a los ancestros casi deificados representados por los moái. Todavía no se sabe cómo se realizó la construcción y desplazamiento de aquellas esculturas, de las que existen cerca de un millar.
Se estima que la población de Rapa Nui, sufrió una crisis de sobrepoblación en los siglos XV y XVIII, lo que pudo haber provocado guerras entre las tribus, con la consiguiente destrucción de los altares ceremoniales y el abandono de las canteras en que se tallaban los moái. Los nativos comenzaron a vivir en cuevas y debieron de padecer periódicamente la escasez de alimentos. Surge un nuevo ceremonial, del Tangata manu («hombre-pájaro»), quien primero recogía el primer huevo de manu tara (el gaviotín pascuense) sería líder de ellos por un solo año.
Sobre expediciones a la isla, el arqueólogo rapanuense Sergio Rapu relaciona las culturas del norte del Perú con Isla de Pascua, específicamente con la cultura Mochica apoyado en similitudes y los estudios del ADN de antiguos rapanuenses realizado por Jean Dausset.[4] También existe la hipótesis del historiador peruano José Antonio del Busto quien postula que el inca Túpac Yupanqui habría hecho una expedición a Oceanía visitando a los naturales de la región. La hipótesis parte de la narración de los cronistas españoles como Pedro Sarmiento de Gamboa quien recoge los relatos sobre una expedición realizada por el príncipe inca Túpac Yupanqui a unas islas denominadas Auachumbi y Ninachumbi.
Lo poco se conoce de las tradiciones y costumbres rapanui, se debe básicamente a los relatos de las diferentes expediciones europeas realizadas en el pasado; el primer contacto europeo documentado con la isla corresponde al realizado por el holandés Cristian Rivas en 1722. La segunda ocasión en que los europeos visitasen la isla no llegaría hasta 1770, cuando una expedición española bajo el mando de Felipe González de Ahedo arribó a la isla y llevó a cabo el primer mapa cartográfico de la misma, bautizándola como isla de San Carlos en honor al rey Carlos III de España y tomando posesión de la misma para la Corona de España. En la documentación elaborada por González de Ahedo, aparecen por primera vez dibujos de los moáis. De la toponimia elaborada por González de Ahedo sólo se conserva en la actualidad el nombre de Punta Rosalía.
Posteriormente, la isla fue visitada por otros europeos que utilizaron los mapas españoles, entre los que se encuentran James Cook (en 1774) y Jean-François de La Pérouse (en 1786). La isla de Pascua acabó convirtiéndose en un punto de recalada para los marinos que partían de Suramérica en ruta hacia Oceanía.
Diversas expediciones llegaron a la isla de Pascua. En la imagen, el barco ruso Rurik es recibido por los pocos habitantes supervivientes.Referente a otras expediciones realizadas posteriormente que trajeron enfermedades a la isla lo cual generó un despoblamiento masivo de la isla. Especialmente dura para los isleños fue la visita de esclavistas de distintas nacionalidades que partieron del Callao.[7] Entre 1859 y 1863, unos veinte barcos se llevaron más de 1.000 isleños para venderlos como esclavos. El exterminio de la clase sacerdotal significó una enorme pérdida; entre otras cosas, la única escritura de la Polinesia (rongo rongo) quedó inexplicada desde entonces. Las epidemias de tuberculosis y viruela, y la partida de unos 250 isleños con los misioneros católicos a Tahiti, redujeron la población a un mínimo de 110 personas, en 1877.
En 1887, Chile quiere anexionar la isla al territorio chileno, por lo cual comisiona al capitán de la Armada de Chile Policarpo Toro, quien por medio de negociaciones realizó la compra de terrenos en la isla a petición del Obispo de Valparaíso, dueño de 600 hectáreas, junto a los hermanos Salmón, Dutrou-Bornier y John Brander, de Tahiti; esto a pesar de que, según la tradición, las tierras no se podían vender.
Luego, el 9 de septiembre de 1888, Chile consiguió la firma de un tratado , representados por Atamu Tekena. Se redactó el documento español y otro en rapanui mezclado con tahitiano. El texto en español habla de cesión de soberanía a Chile, reservando al mismo tiempo, para los jefes que concurrieron al acuerdo, los títulos de que estaban investidos y que gozaban en ese momento, sin hacer alusión a la propiedad de la tierra. A su vez, el texto en rapanui mezclado con tahitiano no habla de cesión de tierras y usa el concepto de "mau te hoa kona" (traducido como "amigo del lugar", que estaría relacionado con una anterior solicitud de protectorado francés) y además indica "ia i haka tika i ta ite runga, iraro ina he kainga kai ta" (traducido como "escribir sobre lo de arriba, lo de abajo no se escribe aquí", señalando lo que se encuentra en la superficie del terreno).
La tradición oral rapanui indica que el rey Atamu Tekena tomó un trozo de pasto con tierra, entregándole el pasto a los emisarios chilenos, quedándose con la tierra (la antropóloga Paloma Hucke interpreta que con ese acto se otorgaba la soberanía a Chile, pero se reservaba el derecho sobre sus tierras); asimismo, ante un ofrecimiento de Policarpo Toro de un saco con monedas, el rey lo rechazó diciendo "[...] lleva tu plata, que yo, ni ningún kanaka, hemos vendido terreno alguno [...]". Días más tarde, al izar Pedro Pablo Toro la bandera chilena en la isla, el rey le dijo "Al levantar tu bandera no quedas dueño de la isla porque nada hemos vendido: sabemos que el señor Obispo puso a la Isla bajo el protectorado de Chile, pero no se ha vendido nada".
Sin embargo, los isleños siguieron encerrados en la isla, de la que no podían salir; sin derechos de ciudadanía hasta 1966, se vieron desprovistos de sus tierras, administradas por los mismos extranjeros y por la Armada de Chile, que sólo comenzaron a devolverse al final del siglo XX.
Lo poco se conoce de las tradiciones y costumbres rapanui, se debe básicamente a los relatos de las diferentes expediciones europeas realizadas en el pasado; el primer contacto europeo documentado con la isla corresponde al realizado por el holandés Cristian Rivas en 1722. La segunda ocasión en que los europeos visitasen la isla no llegaría hasta 1770, cuando una expedición española bajo el mando de Felipe González de Ahedo arribó a la isla y llevó a cabo el primer mapa cartográfico de la misma, bautizándola como isla de San Carlos en honor al rey Carlos III de España y tomando posesión de la misma para la Corona de España. En la documentación elaborada por González de Ahedo, aparecen por primera vez dibujos de los moáis. De la toponimia elaborada por González de Ahedo sólo se conserva en la actualidad el nombre de Punta Rosalía.
Posteriormente, la isla fue visitada por otros europeos que utilizaron los mapas españoles, entre los que se encuentran James Cook (en 1774) y Jean-François de La Pérouse (en 1786). La isla de Pascua acabó convirtiéndose en un punto de recalada para los marinos que partían de Suramérica en ruta hacia Oceanía.
Diversas expediciones llegaron a la isla de Pascua. En la imagen, el barco ruso Rurik es recibido por los pocos habitantes supervivientes.Referente a otras expediciones realizadas posteriormente que trajeron enfermedades a la isla lo cual generó un despoblamiento masivo de la isla. Especialmente dura para los isleños fue la visita de esclavistas de distintas nacionalidades que partieron del Callao.[7] Entre 1859 y 1863, unos veinte barcos se llevaron más de 1.000 isleños para venderlos como esclavos. El exterminio de la clase sacerdotal significó una enorme pérdida; entre otras cosas, la única escritura de la Polinesia (rongo rongo) quedó inexplicada desde entonces. Las epidemias de tuberculosis y viruela, y la partida de unos 250 isleños con los misioneros católicos a Tahiti, redujeron la población a un mínimo de 110 personas, en 1877.
En 1887, Chile quiere anexionar la isla al territorio chileno, por lo cual comisiona al capitán de la Armada de Chile Policarpo Toro, quien por medio de negociaciones realizó la compra de terrenos en la isla a petición del Obispo de Valparaíso, dueño de 600 hectáreas, junto a los hermanos Salmón, Dutrou-Bornier y John Brander, de Tahiti; esto a pesar de que, según la tradición, las tierras no se podían vender.
Luego, el 9 de septiembre de 1888, Chile consiguió la firma de un tratado , representados por Atamu Tekena. Se redactó el documento español y otro en rapanui mezclado con tahitiano. El texto en español habla de cesión de soberanía a Chile, reservando al mismo tiempo, para los jefes que concurrieron al acuerdo, los títulos de que estaban investidos y que gozaban en ese momento, sin hacer alusión a la propiedad de la tierra. A su vez, el texto en rapanui mezclado con tahitiano no habla de cesión de tierras y usa el concepto de "mau te hoa kona" (traducido como "amigo del lugar", que estaría relacionado con una anterior solicitud de protectorado francés) y además indica "ia i haka tika i ta ite runga, iraro ina he kainga kai ta" (traducido como "escribir sobre lo de arriba, lo de abajo no se escribe aquí", señalando lo que se encuentra en la superficie del terreno).
La tradición oral rapanui indica que el rey Atamu Tekena tomó un trozo de pasto con tierra, entregándole el pasto a los emisarios chilenos, quedándose con la tierra (la antropóloga Paloma Hucke interpreta que con ese acto se otorgaba la soberanía a Chile, pero se reservaba el derecho sobre sus tierras); asimismo, ante un ofrecimiento de Policarpo Toro de un saco con monedas, el rey lo rechazó diciendo "[...] lleva tu plata, que yo, ni ningún kanaka, hemos vendido terreno alguno [...]". Días más tarde, al izar Pedro Pablo Toro la bandera chilena en la isla, el rey le dijo "Al levantar tu bandera no quedas dueño de la isla porque nada hemos vendido: sabemos que el señor Obispo puso a la Isla bajo el protectorado de Chile, pero no se ha vendido nada".
Sin embargo, los isleños siguieron encerrados en la isla, de la que no podían salir; sin derechos de ciudadanía hasta 1966, se vieron desprovistos de sus tierras, administradas por los mismos extranjeros y por la Armada de Chile, que sólo comenzaron a devolverse al final del siglo XX.
Ubicación
Carta topográfico de la isla. La isla está ubicada en las coordenadas geográficas 27°7′10″S 109°21′17″O / -27.11944, -109.35472, localizándola aproximadamente en la latitud de la ciudad chilena de Caldera, aunque el punto del continente más próximo a la isla se ubica al sur, en la Punta Lavapié, VIII Región del Biobío, a 3.526 km de distancia. Además, se encuentra a 2.075 km al oeste de las islas Pitcairn y a 4.251 km de Papeete, la capital de la Polinesia Francesa. A 415 kilómetros de distancia al noreste se encuentra la isla Sala y Gómez.Mitología
La mitología de la isla de Rapa Nui presenta características únicas; producto de que esta isla es la más aislada de las islas polinésicas, que era originalmente transmitidas en forma oral, y posteriormente registradas en forma escrita luego de la llegada de las expediciones que la visitarían.Tal como ocurre en otros lugares de Chile, en Rapa Nui la mitología también ha desarrollado una cosmovisión particular, que ha llevado a sus habitantes a explicaciones muy singulares sobre la creación del hombre y de su territorio.
Entre los mitos más importantes encontramos el de la llegada del pueblo rapanui desde el continente de Hiva, el culto al dios Make-Make, que está representado en Rapa Nui como el creador del mundo, y el posterior culto al Tangata Manu (hombre pájaro).
Luego de dos siglos de investigación, la Isla de Pascua aun resulta ser un verdadero misterio para los arqueólogos e investigadores del mundo. Este enigma se debe principalmente a las más de un millar de estatuas, llamadas moais, que se encuentran sobre la superficie insular.
¿Para qué fueron construidos estos moais? ¿Cómo los construyeron? ¿Desde hace cuánto tiempo? ¿A quiénes representan? Preguntas que sólo han derivado a una serie de hipótesis, una tan discordante de otra que parecieran hablar de realidades totalmente distintas.
Los pobladores del lugar llamaban a su isla Te pito o te henua u “ombligo del mundo”, esto a pesar de que sólo mide 160 kilómetros de extensión y en su forma triangular 24 kilómetros en su punto más largo. Así mismo su superficie es más bien baja: tiene tres volcanes inactivos siendo el resto es un terreno pobre, cubierto de polvo de volcán con escasa vegetación.
Ante esto surge la primera pregunta, ¿por qué los pobladores buscaron un lugar tan poco fértil para asentarse? Muchos aseguran que quizá la llegada de los primeros hombres a estas tierras fue producto de una casualidad, quizá, dicen, fueron llevados por las corrientes y no tuvieron luego, más remedio que asentarse allí.
Los Moais
Pero ¿qué son esos extraños rostros alargados que vigilan las riberas de la isla? ¿Qué representan y para qué fueron construidos?
Los arqueólogos hablan que estos no eran más que monumentos funerarios que representaban a determinados pobladores, quizá ilustres, de la isla. No obstante, debemos tomar en cuenta, que los moais descubiertos hasta la fecha suman cerca de mil, casi la mitad de la población de la isla que se estima en 2500. Es por ello que otros estiman que son demasiados moais para sugerir que fueran representaciones funerarias además, hay que tomar en cuenta de que cada una de estas esculturas son similares e idénticas entre sí, lo que le quita la supuesta individualización en la representación de la muerte de cada persona.
En cuanto a su forma, queda la pregunta del por qué representaron formas tan desproporcionadas. En este punto las diferencias de opiniones son sumamente contradictorias pues mientras algunos sugieren que fue por un simple desconocimiento anatómico de los escultores otros aseguran que estas esculturas y sus formas fueron totalmente intencionadas. Aquí deviene otra pregunta, ¿Qué seres tienen tales cabezas alargadas, manos con dedos tan largos y cuerpos tan abultados y pequeños?
No obstante, lo usual es relacionar las formas de estas figuras como una interpretación artística lo que imposibilita todo tipo de análisis, pues artísticamente, todo puede ser representado bajo esas características: un hombre, un dios, un guerrero legendario, un ser mítico, entre otros.
Pero no olvidemos que los pobladores debieron en verdad, adorar (sea lo que representen estas estatuas) de manera casi obsesivas a quienes representaban. Esto no sólo por la cantidad de moais en toda la isla, sino, y sobre todo, por el esfuerzo que necesitaba su creación, pues todas estas estatuas son de piedra y muchas de ellas tiene un tamaño incluso que sobrepasa los 20 metros de altura y las 40 toneladas de peso, ¿Cómo las labraban sin conocer el metal? ¿Cuánto tardaban? ¿Cómo hacían para trasladar esas estructuras a unos 15 kilómetros de distancia?
En cuanto a la tercera pregunta, los arqueólogos han indicado, que al igual que en Egipto, esto se realizó con la cooperación de toda una población, quienes con cuerdas y rodillos arrastraban estas tremendas estructuras hasta el lugar señalado. No obstante, lo pregunta es, cuántos rodillos de madera se necesitan para trasladar más de mil moais, sobre todo, cuando se ha dicho, siendo esta una isla casi infértil y cuántos hombres, a sabiendas que la población siempre fue limitada.
Como dijimos en un principio, las preguntas en torno a esta Isla chilena, continúa causando la consternación entre arqueólogos, investigadores e incluso entre turistas y visitantes.
Fuentes: Wikipedia - http://expedienteoculto.blogspot.com/2008/01/el-misterio-de-la-isla-de-pascua.html
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